L. Ronald Hubbard se encuentra entre los filántropos más aclamados de esta o de cualquier época, al proporcionar soluciones prácticas para los problemas más urgentes de la humanidad. Tiene más de 250 millones de ejemplares de sus obras en circulación y docenas de best-séller internacionales, y se encuentra también entre los autores más influyentes de todos los tiempos.

Sin embargo, estas sencillas palabras son una declaración muy apropiada que lo describen como hombre: “Me gusta ayudar a los demás, y considero como mi mayor placer en la vida ver a alguien liberarse de las sombras que oscurecen sus días”.

Con el mismo espíritu, un movimiento mundial (que cuenta ahora con muchos millones de miembros) continúa promoviendo su legado para el mejoramiento social a través de más de cien naciones.

Como él lo expresa en El Camino a la Felicidad: “Uno se puede sentir a veces como una hoja arremolinándose con el viento a lo largo de una calle abandonada; uno puede sentirse como un grano de arena atascado en algún lugar. Pero nadie ha dicho que la vida fuera una cosa calmada y ordenada: no lo es. Uno no es una hoja mustia y ajada, no es un grano de arena: uno puede, en mayor o menor medida, trazar el curso de su camino y seguirlo”.

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